¡Rompe las cadenas de la procrastinación y libera tu potencial!

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¿Alguna vez te has sentido atrapada en un ciclo interminable de postergación, de cosas que, aun siendo importantes, solo se acumulan y crecen cada vez más? Pues yo sí, y si tú también te sientes identificada ¡ha llegado el momento de tomar el control de tu vida y liberarte de la procrastinación!

La procrastinación puede ser un enemigo poderoso que nos impide alcanzar nuestras metas y disfrutar de una vida plena. Pero no te preocupes, en este artículo exploraremos la psicología detrás de la procrastinación y te brindaremos estrategias efectivas para vencerla de una vez por todas.

¿A qué llamamos “procrastinar”?

No me voy a meter con cosas específicas como que el término viene del latín, porque para eso existe Wikipedia, pero si te voy a contar que procrastinar es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo a afrontarlas y/o pereza de realizarlas.

Así pues, tiene que ver con un mecanismo de defensa psicológico que te lleva a evitar el estrés, cambio o componente emocional, con el que, consciente o inconscientemente, has asociado dicha tarea.

El término se aplica a la ansiedad causada por tener pendiente esa tarea o situación, pero sin tener las ganas, motivación o fuerza de voluntad para poner manos a la obra hasta concluirla.

El precio de la Procrastinación

¿Te has preguntado qué hay detrás de esa tendencia a posponer las tareas importantes?

La procrastinación no solo afecta nuestra productividad, sino que también tiene un impacto significativo en nuestra salud mental y emocional.

Muchas veces postergamos la tarea porque nos resulta abrumadora, desafiante, peligrosa o difícil. Otras veces, la postergación puede deberse a que la tarea parece tediosa, poco motivante o aburrida, y al no ser “de vida o muerte” las dejamos acumular. 

El problema con esto es que, cuando ya no es posible evitarla más, la carga suele ser mucho más alta que la tarea original, pues se han sumado otros factores como, por ejemplo, la cercanía de una fecha límite o el aumento en la cantidad de acciones que la tarea requiere. 

En ambos tipos de situaciones, el impacto en nuestra salud mental es un aumento importante en los niveles de estrés, lo que puede generar intranquilidad, insomnio, fatiga crónica, dificultad para relajarse (porque el cerebro no es capaz de “apagar” los muchos pensamientos), cambios bruscos de humor, etc.

El perfeccionismo extremo o el miedo al fracaso también son factores para posponer las acciones, o toma de decisiones. Un ejemplo típico, es evitar a una persona por no tener una conversación, que aunque necesaria, la percibimos como incómoda. En algunos casos, la situación se posterga por “no sentirse preparado”, sea física o emocionalmente, lo que provoca preocupaciones, elaboración de escenarios catastróficos (que suelen ser peores en nuestra cabeza que en la realidad), e imposibilidad de vivir plenamente el presente.

La “parálisis por exceso de análisis” también es una forma de procrastinar: pensamos tanto en las cosas, en cómo hacerlas, cómo mejorarlas, pros y contras, planes de contingencia, etc., que nos llevan a tal indecisión que, para cuando toca tomar acción, ya es demasiado tarde.

En líneas generales, la procrastinación es un problema de autorregulación y organización del tiempo, el cual se ha incrementado notablemente en los últimos años por el aumento de consumo de “ladrones de tiempo y atención” como la internet, las redes sociales, la televisión o plataformas de contenido, el uso del celular, etc.

El estrés, la ansiedad, depresión y baja autoestima son solo algunos de los efectos negativos que pueden surgir de la procrastinación crónica. Pero no te preocupes, ¡hay esperanza!

¿Por qué procrastinamos?

La procrastinación tiene raíces psicológicas profundas.

En muchos casos, posponemos las tareas porque nos sentimos abrumadas por la magnitud de la misma, o tememos no estar a la altura de las expectativas. Lo que se evita no es la tarea en si, sino las emociones que dicha tarea moviliza, o las acciones emocionales que implica. Por ejemplo: tener una conversación incómoda, o confrontar a alguien, o fijar un límite pensando en que vamos a afectar a otra persona.

También puede haber una búsqueda de gratificación instantánea, ya que a menudo preferimos actividades placenteras de forma inmediata en lugar de enfrentar nuestras responsabilidades.

Así pues, por ejemplo, es más divertido ver una serie en Netflix o seguir un tutorial de maquillaje que guardar la ropa recién lavada, pero cuando venimos a ver, ya no es una carga de ropa la que tenemos que lavar o guardar, sino dos o tres.

Vale decir que, en ocasiones, el mayor peso emocional no lo lleva la ejecución de la tarea en sí, sino la carga mental que implica. El tener que anticipar, planear, organizar, desarrollar planes de contingencia si algo no sale como se supone, etc., puede ser más abrumador que la propia tarea.

Es importante comprender estas dinámicas internas para poder superarlas y alcanzar nuestros objetivos.

Cómo vencer la procrastinación:

  • Autoconocimiento: Identifica tus patrones de procrastinación y las razones detrás de ellos. Reflexiona sobre qué emociones o creencias están impulsando tu comportamiento y sé honesta contigo misma.
  • Establece metas claras: Desglosa tus tareas en objetivos más pequeños y alcanzables. Esto te ayudará a mantener la motivación y evitará que te sientas abrumada.
  • Planificación y organización: Crea un calendario o una lista de tareas para mantener un seguimiento de tus responsabilidades. Establece plazos realistas y prioriza tus actividades.
  • Elimina distracciones: Identifica las distracciones más comunes en tu entorno y toma medidas para minimizarlas. Apaga las notificaciones del teléfono, establece períodos de tiempo sin interrupciones y crea un espacio de trabajo libre de distracciones.
  • Encuentra tu motivación: Conecta tus tareas con un propósito significativo. Visualiza los beneficios que obtendrás al completarlas y mantén en mente tus metas a largo plazo.
  • Recompénsate a ti misma: Celebra tus logros, por pequeños que sean. Reconoce tu esfuerzo y date un premio al completar las tareas importantes. Esto reforzará una actitud positiva hacia la productividad.
  • Busca apoyo: Comparte tus metas y desafíos con personas de confianza. Un compañero de responsabilidad puede ayudarte a mantenerte enfocada y motivada.

Entonces, querida lectora...

Ahora tienes en tus manos las herramientas para liberarte de las cadenas de la procrastinación y lograr tus objetivos. La procrastinación no tiene por qué definir tu vida. Con autoconocimiento, planificación y determinación, puedes superarla y alcanzar tu máximo potencial. No esperes más, ¡es el momento de actuar! Recuerda, tú eres capaz de lograr grandes cosas. ¡Adelante!

Y si necesitas ayuda adicional, ¡contáctame!

Psic. Claudia Veronica Gonzalez

Licenciada en Psicología. Coach Ontológico Neuroevolutivo. Terapia en línea centrada en Mujeres y Relaciones.

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